Ángel G. Hoyos DT. Bolívar (Bolivia)

Estamos a mitad del camino .El entrenador celeste dice que si bien es exigente, también es amigo de los futbolistas
— ¿Fue un buen año para usted y para Bolívar?
— A nivel personal debo decir que fue un año excelente, porque aparte de conseguir como entrenador mi primer título, ha sido importante por otros objetivos que nos habíamos trazado: vinimos a un país en el cual vimos mucho trabajo y deseos de seguir creciendo, por ello nos sentimos muy contentos. En lo deportivo también logramos la clasificación a la Copa Libertadores de América, es otro punto alto. Pero más contento estoy porque pudimos promocionar jóvenes jugadores, hicimos debutar a 12, y confirmamos las condiciones de otros a los que apenas se les había dando opciones; felizmente los chicos comprendieron el trabajo realizado y por todo ello, por su conducta y su profesionalismo, les agradezco mucho.
— ¿Bolívar juega hoy como quiere su entrenador?
— Estamos a media luz, a mitad del camino y debemos darle mayor intensidad a esa luz. Para ello queremos un Bolívar en lo táctico más rápido, con mayor velocidad en sus desplazamientos, no sólo para jugar acá, en el torneo local, sino para hacerlo a nivel internacional porque así lo exige la alta competencia. Debemos pretender en la Copa Libertadores de América jugar con intensidades muy altas, por lo que recién esto ha comenzado. Entiendo que estamos en un 30% de lo que realmente el equipo puede dar, entonces debemos aspirar a aumentar nuestras capacidades y por lo tanto tenemos mucho trabajo por delante. En ese sentido viene un semestre durísimo, de mucha competitividad con calidad.

— ¿Entonces el gran desafío de la Academia es la próxima Copa Libertadores de América?
— La idea nuestra es tratar de que el equipo llegue en las mejores condiciones físicas y futbolísticas a ese torneo, para ello debemos aumentar las capacidades tanto individuales como colectivas, trabajar bastante en el control de calidad, necesitamos la confirmación de chicos en el plantel que se pintan, pero que sean una realidad y no una promesa, algunos vienen trabajando hace seis meses con nosotros y otros recién fueron ascendidos.
— Usted habla mucho sobre los jóvenes, ¿es un técnico al que le gusta arriesgar poniendo en la cancha a esos jóvenes?
— Nuestra idea no es solamente armar un Bolívar para el presente, sino mirar más allá; sería mucho más fácil traer jugadores hechos, pero se está haciendo una buena labor en la categoría que debe nutrir a estos futbolistas, entonces nosotros debemos darles esa opción que necesitan, y una vez que llegan al primer equipo tienen que trabajar a diario, con la misma intensidad o redoblar esa intensidad, porque si no lo hacen inmediatamente vuelven a bajar, fuimos claros con ellos al explicarles esta situación.
Acá hay talento y capacidad individual, entonces hay que hacer que tengan la confianza y las posibilidades, y eso se logra dándoles minutos y minutos de fútbol. Muchas veces la infraestructura no ayuda, pero debemos continuar; a veces el dirigente no entiende que yo soy un ferviente amante de los procesos, porque sin los procesos no se cumplen metas. Me he encontrado aquí, en mi equipo, con chicos de grandes condiciones, pero con su luz apagada, con su crecimiento y evolución apagados y eso hace que redoblemos esfuerzos para aumentar la intensidad de esa luz y que Bolívar en tres años sea un referente del fútbol sudamericano, no solamente del balompié boliviano.
— ¿Es usted un DT exigente?
— No, soy un amigo de los jugadores, ellos saben que aquí se trabaja, es innegociable el trabajo, somos muy creyentes, buscamos mejorar la calidad de vida de la gente, trabajar para que el jugador tenga una mejor de calidad de vida, nos metemos mucho en el futbolista y tenemos una relación de abrazo y beso muchas veces, y a veces de un manotazo en la cola, pero sabemos hasta dónde está el límite y de ese límite nunca nos pasamos.
— ¿Se siente respaldado en su actual trabajo?
— Me fortalece el hecho de estar apoyado, y es que le dedicamos muchas horas al trabajo; pero también los directores son valientes cuando apoyan la decisión de dar paso a los jugadores jóvenes, pese a que eso implica riesgos. Los dirigentes apoyan porque aquello lleva su tiempo y hay que tener paciencia por las caídas y levantadas que ello implica y significa.

La Razón / Jaime Ayllón - La Paz

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