Gabriel Aravena esta triste, su vida luego de 3 años y medio cambió radicalmente, y vive día tras día pensando que esos momentos podrán volver a encontrarse con el.
Todos conocemos al viejito que acompañaba a Marcelo Bielsa en todo momento, quizás mucho no tenían idea que se llamaba Gabriel Aravena ni menos que el “Loco” lo llamaba “Cachureo”. Pues bien, en una emotiva entrevista que le dio al diario “La Estrella de Concepción”, contó algunas cosas de su vida al lado del Rosarino y dejó más que claro que si Bielsa lo llegara a llamar, es capaz de dejar todo botado e irse.
HISTORIA DE UNA SOMBRA (transcripción de la entrevista)
Gabriel Aravena tiene sesenta años y está en su oficina de la Facultad de Química de la Universidad de Chile esperando que un loco lo llame por teléfono. Ese loco se llama Marcelo Bielsa y se fue de Chile hace más de cincuenta días. A Gabriel Aravena le dicen Cachureo, o bien, el Loco le puso Cachureo, porque una vez Gabriel dijo “aquí hay puro cachureo” refiriéndose a un determinado desorden, y el Loco lo escuchó sorprendido y lo bautizó así.
El Loco y Cachureo trabajaron juntos por más de tres años y medio. Durante tres años y medio, durante cada día, entre las cinco de la tarde y las doce de la noche, no importaba si fuera feriado o domingo, Cachureo estuvo con el Loco. Fue su secretario, su bastón espiritual, su asesor en la logística doméstica y, formalmente, su sombra.
Formaron un matrimonio deportivo muy eficiente que, por el arribo de dirigentes ineficientes, se tuvo que separar en febrero. Ese día se dieron un abrazo apretado y el Loco le dejó de recuerdo un jeep marca Dodge de color blanco a Cachureo. Y se fue.
-Pero yo lo conozco. En cualquier momento me va a llamar.
-¿Para volver a trabajar con él?
-Para eso o, no sé, para saludarme no más. Lo conozco, Don Marcelo me llamará.
“¿Usted que hace aquí? (Bielsa, Agosto 2007)
Lo conoce desde el 15 de agosto del 2007. Ese día Gabriel, árbitro amateur desde 1978 y quien a lo largo de su carrera esquivó tres proyectiles: una botella, un ladrillo y una radio a pilas, visitó Pinto Durán. Gabriel siempre visitaba Pinto Durán, pues él solía arbitrar partidos de entrenamiento de varias selecciones. “Fui a ver si me iban a seguir llamando”, dice. Y caminaba por ahí, abstraído en una seguidilla de angustias, cuando una puerta se abrió frente a él. Era el Loco.
-Y cuando me vio me hizo cualquier pregunta- recuerda Cachureo.
El dialogo fue el siguiente:
MB: ¿Usted quién es?.
GA: Gabriel Aravena, señor.
MB: ¿Por qué está aquí?.
GA: Para saber de mi futuro.
MB: ¿Qué hace?.
GA: Soy ex árbitro amateur y trabajo en el laboratorio de la Universidad de Chile: hago cirugía menor a ratitas, don Marcelo.
MB: ¿Árbitro me dice? ¿Por qué es árbitro?.
GA: Porque me gusta el fútbol y se siente una emoción muy grande al estar en una cancha.
Tras varias preguntas que Gabriel respondió con voz de soldado (Cachureo hizo el servicio militar en Alta Montaña), Marcelo Bielsa finalizó con una frase contundente:
“Quiero que usted trabaje para mí. Empieza hoy mismo”.
Esa tarde Gabriel movió las maletas que traía el maestro y le ordenó la videoteca por orden alfabético. Su vida nunca volvería a ser igual.
Las sombras nunca descansan
Esta sombra, al menos, durante tres años y medio durmió cuatro horas. Eso sí, no tiene ojeras y sólo nueve canas le bordean una oreja. Pero se levantaba a las 5.30am, trabajaba en la Universidad de Chile rastreando los ovarios de ratas blancas, se lavaba las manos, y partía a Pinto Durán.
-Y allá no comía porque había mucho por hacer. A veces picoteaba alguna cosita.
-¿Pero qué hacía concretamente?
-Era el asesor oficial de don Marcelo Bielsa. Yo tenía que estar en todo lo que él estuviera.
Lo acompañó a comer (“Siempre pagó él”), fue a su casa en Rosario (“enorme”), conoció a su familia (“Educada”), lo acompañó a visitar enfermos (“Lo hizo muchas veces en secreto”), observó in situ el arrastre femenino del entrenador (“Todas las mujeres lo querían tocar”), y todos los días lo acompañó a las sesiones de meditación circular que el maestro realizaba bordeando la cancha. Eran los paseos del sensei y su discípulo.
Dos ejemplos del sensei y su discípulo
Una vez Cachureo le dijo: “Don Marcelo, ¿Cómo cataloga a mi persona?”. Bielsa guardó silencio largos minutos, luego miró la lejanía y dijo: “Usted aquí es el número uno”. Y desapareció, mientras Cachureo quedó meditando. En otra ocasión iban caminando circularmente cuando el aprendiz decidió criticar el comportamiento de Medel en un entrenamiento (Medel no obedeció una instrucción y le gritó al entrenador: “Saale weón”). “No me gustó lo que hizo Gary, Don Marcelo”, dijo el aprendiz. El maestro Bielsa buscó inspiración en los árboles, suspiró y dijo: “Va a aprender, Cachureo, va a aprender”. Y aprendió, dice ahora Gabriel.
El pago espiritual del maestro
-¿Y usted qué aprendió con el profesor?
-A respetar a todas las personas, a ser generoso con los pobres y a entender que, en el fútbol, lo más importante son los hinchas.
-¿Cree usted que Marcelo Bielsa está loco?
-Es que es un genio, no un loco. Pero siempre los genios parecen locos.
Gabriel Aravena aclara que nunca puso una mala cara. Obedeció admirado todas las órdenes. Y todo, dice, lo hizo gratis.
-Tampoco yo nunca pedí que me pagaran. Yo me di por pagado con otras cosas- Y enumera las recompensas: viajes por el mundo, escuchar las charlas técnicas y estar en un Mundial, en la banca, a un metro de Marcelo Bielsa. Más encima, se hizo famoso. Toma micro con la cabeza agachada porque los chilenos aplauden al verlo. Según Gabriel Aravena, a él, a través de ricas experiencias, le pagaron una fortuna.
-Pero, en términos concretos, al menos le dejó ese auto…
-Sí. Lo uso poco en realidad. Prefiero venirme a la universidad en bicicleta.
-¿Qué hará con el auto?
-No sé. Porque el auto todavía está a su nombre. A mí no me gusta manejar. Pero, sí, debe valer mucho, sobre todo porque lo usó el profe.
La esperanza del viudo
A veces él se pregunta: “¿Para qué me metí en esta cuestión?”. Él sabía que el Loco un día se iba a ir. Ahora él sabe que el Loco ha recibido ofertas. Vio en el diario que Estados Unidos lo está tentando con promesas lujosas. “Pero yo lo conozco”, dice, “él todavía está sufriendo por haberse ido de Chile. Todavía se pregunta qué pasó, por qué todo se derrumbó”. Y confiesa enojado:
“Todo por culpa de dirigentes ambiciosos. Lo único que quieren es plata. A don Marcelo nunca le importó la plata”.
-¿Se siente vacío ahora sin él?
-Muy vacío, amigo, muy vacío…
-¿No pierde las esperanzas de que lo llame?
-Para nada. Yo lo conozco muy bien, amigo. En cualquier momento me va a llamar. No pierdo la ilusión de volver a trabajar con él.
Y Gabriel Aravena, el hombre que más conoció a Bielsa en Chile, su fiel edecán, su secretario, su eterna sombra, el verdadero viudo de Chile, se queda sentado en su oficina. Ahí, a unos centímetros, está el teléfono en silencio.
Comentarios
Bienvenidos los dos a Bilbao, usted también Sr. Aravena.
Orain eta beti, Gora Athletic !