Miguel Falero, ex asistente técnico de la San Martín (Peru), dejó

Miguel Falero, ex asistente técnico de la San Martín, dejó la institución alba y su alejamiento coincidió con el bajón de resultados y de juego del equipo. Por encima de algunos comentarios desafortunados, esta coyuntura evidencia la importancia que hoy tiene un asistente.

Algunos observadores agudos ya habían sacado esta conclusión: se fue Falero -a la selección nacional de Honduras- y la San Martín se cayó. Pero la agudeza de estos es tanta como su mala onda, porque encontraron como explicación una infundada incapacidad del técnico Aníbal Ruiz. Una conclusión bastante fuera de lugar, pues el ‘Maño’ ha demostrado, a lo largo de su carrera, tener una probada capacidad para manejar grupos de jugadores y obtener resultados exitosos. Dicha deducción carece, entonces, no solo de ética, sino que también adolece de reflexión y memoria. Sin embargo, es innegable que algo se quebró con ida de Falero.

No es el caso que el asistente de Ruiz, tan capaz como él, fuera el que hiciera el trabajo mientras que el técnico principal pasara los días espectando pasivamente. Ocurre que la dirección técnica de un equipo se ha vuelto tan compleja que requiere de la especialización de cada uno de los integrantes de un cuerpo técnico. Me viene a la mente el recuerdo de algunas conversaciones con señores mayores que no entienden y hasta critican la existencia, por ejemplo, de un preparador de arqueros. Sin necesidad de irse a ese extremo, luego de darle una mirada se hace fácil entender que el asistente tiene funciones tan complicadas como específicas en la conducción del equipo. Así como el médico, el fisiólogo, el sicólogo, el utilero y los demás. Todos en mayor o menor medida, entregan al trabajo conjunto un aporte que ninguno otro en el cuerpo técnico puede.

Pasa lo mismo en cualquier grupo de trabajo que se ya se conoce de memoria. En una oficina, un consultorio, un estudio o cualquier centro de labores, cuando un grupo está formado y consolidado, cuando un miembro se va, se produce un quiebre. Es de esperarse que si Óscar Aguirregaray o Pablo Bengoechea dejan el comando técnico de la selección, por más “mago” que sea Sergio Markarián no podrá evitar un descalabro en su trabajo. Es probable que lo llegue a solucionar, como también seguramente lo conseguirá Ruiz, pero la fisura de tiempo indeterminado se generará inevitablemente.

En este punto entra a tallar la paciencia y meditación que puedan tener los directivos del club afectado, en este caso la San Martín. Los albos fueron, por lejos, el mejor equipo del año pasado, más allá de la gran campaña realizada por León. Ese resultado no fue producto de la casualidad ni del trabajo de una sola persona, sino del conjunto técnico que ahora está reestructurándose. Es un tema para como para que los dirigentes se auto evalúen, tanto en el equipo de Santa Anita como en los demás para cuando les toque.


Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Pon crédito http://dechalaca.com/informes/opinion/el-lugar-del-segundo